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Ni el Open Source puede boicotear a Rusia, ni nadie debería hacerlo

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Ni el Open Source puede boicotear a Rusia, ni nadie debería hacerlo

[OPINIÓN] La invasión de Ucrania por parte de Rusia ha logrado lo imposible por partida doble. En primer lugar, ha dejado aparcado el tema pandémico como si nunca hubiese sucedido, pero también ha puesto de acuerdo como nunca a la mayoría del mundo occidental en la condena al arranque belicista de Putin. El grueso de los medios de comunicación afines ha hecho el resto, contrarrestando las bombas rusas con un bombardeo de información en la que hay de todo.

Putin lo ha puesto fácil, claro: comenzó mintiendo acerca de sus intenciones al punto de dejar sin palabras a los expertos en geopolítica no alineados con las tesis de Estados Unidos, cuyos servicios de inteligencia acertaron en esta ocasión, y continuó delirando, aludiendo a fantasías patrióticas, retorciendo la historia a su conveniencia y haciendo una montaña de un grano de arena, como lo es el generalizar con la desnazificación de territorios. Excusas muy baratas. Demasiado.

Todo menos insistir en el argumento original, el único lógico por ser verdadero, verificable con el mero hecho de mirar a un mapa, como es la creciente presión que ejerce la OTAN contra Rusia. Las cosas como son: parece mentira que un un tipo tan inteligente, pero siniestro como él solo como es Vladimir Putin, haya desvariado de semejante manera, cuando tradicionalmente, al menos cuando habla de cara a la galería, es más comedido. ¿Que ha habido crímenes de guerra en el Dombás por parte o con el beneplácito de Ucrania? Eso ya da igual. La invasión rusa ha deslegitimado cualquier reacción al respecto, o así es como están las cosas en estos momentos.

Así que llega el momento de simplificarlo todo y poner en una pizarra blancos y negros, para que nadie se equivoque con el color por el que apostar. Y esto, que podría ser un símil más o menos acertado, se convierte en verdad truculenta cuando observas cómo parte de la prensa trata el conflicto: ahora hay niños de primera y de segunda, no ya en práctica, como siempre ha sido, sino en la misma dialéctica. Podredumbre moral en su máxima expresión.

Pero volvamos con los blancos y negros, que es más sencillo seguir el hilo: todos contra Rusia, que son los malos. Sin duda, son los invasores y de democracia tienen poco, cuando -o eso se está diciendo desde los medios occidentales, y no hay por qué creer lo contrario- se están reprimiendo las protestas de sus ciudadanos, se está hostigando a la prensa para que no informe como corresponde y se comienza ya a censurar los canales de comunicación a través de Internet, como por ejemplo Twitter. Aunque esto son pinceladas gruesas: el motor del país, las oligarquías y el ex-KGB y su relación criminal con la oposición política son muestras más rotundas de que Rusia no es una democracia.

Es por eso que yo me pregunto, qué valor tiene el boicot a Rusia. ¿Qué se piensan los gerifaltes del mundo desarrollado que va a pasar de seguir presionando a Rusia con medidas económicas? ¿Que Putin va a dejar de comer caviar? ¿Que la población rusa va a montar otra Revolución de febrero que haga caer al zar? Lo único que va a suceder es que la gente lo va a pasar mal, cada vez peor. Y si todos estos bloqueos y sanciones económicas terminan asfixiando de verdad a Rusia, prepárense, como ya amenazó Putin, con la guerra total.

Es comprensible que se deba de actuar de alguna manera contra lo que está haciendo Rusia, pero actuar como Rusia, al menos en todo lo que permite la situación -¿enviar armamento para que los civiles se defiendan contra uno de los ejércitos más avanzados del mundo? No hay problema. ¿Enviar efectivos al terreno? Eso no, que Ucrania no pertenece a la OTAN y Putin ha amenazado con su fuerza nuclear- no parece inteligente ni valiente: ¿responder a la censura de Rusia con más censura? Qué deprimente.

Por cierto, mucho bloqueo, mucho desplante y mucho combate, pero el suministro de gas de Rusia hacia Europa, incluido el que pasa por los gaseoductos que atraviesan Ucrania, sigue operativo al cien por cien. Esto incluye también a la cacareada desconexión de los»principales bancos rusos» del sistema internacional de pagos interbancarios SWIFT, que de hecho no ha afectado a la primera entidad bancaria del país, precisamente para no perjudicar los pagos europeos dedicados a la importación del gas y el petróleo ruso. ¿Hipocresía? ¿Dónde?

Ni el Open Source puede boicotear a Rusia, ni nadie debería hacerlo

Ahora es cuando me disculpo contigo, querido lector, porque lo que pretendía ser una somera introducción se ha alargado más de lo deseable. Es lo que pasa cuando uno se pone as escribir y se va calentando. Pero ya me enfrío. Al fin y al cabo, mi intención con este artículo era hablar de tecnología, que para eso estamos en MC. Además, si los expertos en la materia se llevan equivocando en mayor o menor medida desde el día uno, qué no voy a decir yo sin meter la pata hasta el fondo. Lo único que añadiré, e imagino que es algo compartido por todo el mundo, es que la situación es del todo indeseable.

Ahora sí, tecnología. Y en el ámbito de la tecnología, la apuesta al blanco es un hecho bastante extendido: las grandes del sector están plantándose frente a Rusia y algunas han ido más allá incluso de lo que requeriría el saber estar: Apple y Google están ejerciendo presiónIntel y AMD han amagado con la suspensión de las ventas de semiconductores a Rusia, Microsoft ha hecho lo propio con todas sus ventas… Todas estas cosas le dificultan las cosas a Rusia, pero nada más. La potencia sigue contando con aliados y con despliegues militares por todo el globo.

La dependencia tecnológica de Rusia para con el hardware y software estadounidense, no obstante, sí que puede suponer un problema para el país. De ahí que desde hace años estén invirtiendo en la creación de sus propios microprocesadores y sistemas operativos de código abierto. Hablamos, en efecto, de software de código abierto, Open Source, software libre… En este contexto, da igual cómo lo denominemos, porque es lo mismo. la pregunta es ¿cabe un boicot del Open Source a Rusia? La respuesta es inmediata: no.

Sin embargo, si eres lector de MC seguramente que ayer leíste la noticia que publicamos al respecto, en relación con los proyectos rusos de desarrollo de microprocesadores apoyados, cómo no, en software de código abierto como el mismo Linux; y cómo un proyecto ligado en parte a estos planteó una suerte de boicot derivado del conflicto de marras. En concreto, la propuesta surgió de OpenBLAS, un software que implementa optimizaciones en las operaciones de las CPU y que tiempo atrás había dado soporte a uno de los chips rusos.

¿Podría esta decisión provocar una escalada en el mundo del código abierto y que este ejerciese un boicot efectivo contra Rusia, tal y como se podía extraer de esa noticia? Lo único verosímil que podría suceder es la primera parte, que grandes mastodontes del ecosistema FLOSS se manifestasen en tal sentido. Imagina a The Linux Foundation, Apache Foundation, Mozilla Foundation y unas cuantas foundations más poniéndose en pie de guerra -y nunca mejor dicho- contra Rusia, diciéndole a Putin «con nuestro software, no». Sería hilarante y un tanto vergonzoso -no recuerdo a ninguna organización boicoteando a Estados Unidos cuando invadió Irak en base a mentiras-, pero podría llegar a pasar.

Lo que nunca va a pasar es que algo así afecte en demasía a una potencia como es Rusia. Por un simple motivo: el software libre o de código abierto se denomina así por algo, y ese algo no se puede abstraer cuando apetece. No funciona así. Todos y cada uno de los proyectos y comunidades de software de código abierto podrían plantarse y bloquear el acceso a sus servidores desde Rusia, que no serviría para nada. Bueno, para molestar. Para nada más.

Ni el Open Source puede boicotear a Rusia, ni nadie debería hacerlo

¿Te suena? Seguro que no: es el wallpaper de Red Star Os, el sistema basado en Linux de Corea del Norte

El ejemplo de OpenBLAS es perfecto, aun cuando se trata de un proyecto insignificante en el cuadro general: el boicot propuesto consistía en retirar del código fuente del soporte a un chip específico de los desarrollados por Rusia, de manera que OpenBLAS ya no funcione en él. ¿Cuál sería la solución más directa? Tomar la versión inmediatamente anterior y continuar con el desarrollo a partir de ella. ¿Que con la oposición de los proyectos matriz el desarrollo en paralelo se dificulta? Obvio. Pero es que no estamos hablando de boicotear a una empresa de tres al cuarto, sino de hacerlo con toda una nación como es Rusia.

Hay ejemplos curiosos de cómo es imposible ponerle barreras al software libre y los más significativos surgen de los embargos y bloqueos de Estados Unidos contra otras naciones. Algunas de esas medidas incluyen la distribución de tecnología sensible relacionada con el cálculo avanzado o cifrado y se han dado con software y plataformas como Linux y GitHub, respectivamente.

Para el ejemplo de Linux, nada mejor que usar Fedora, una de las distribuciones más populares entre los usuarios de PC. Se distingue por ser un proyecto comunitario de Red Hat, que ahora es parte de IBM… pero ahora y antes era y es una gran empresa estadounidense, que como el resto se debe plegar a las exigencias de su gobierno, léase los señalados embargos a países como Cuba, Corea del Norte o Irán, por lo que cualquier que acceda desde estos sitios, no podrá descargar la distribución, por muy libre que sea. ¿Pero alguien se cree que en Cuba, Corea del Norte o Irán no usarán Fedora si les da la santa gana? Spoiler alert: lo hacen, y si no lo hacen con el software de Red Hat, es porque este está ligado a servicios de pago.

El ejemplo de GitHub es más complejo por tratarse de un servicio que a la postre es el mayor repositorio de software de código abierto del mundo, propiedad desde hace unos años de Microsoft, otra compañía estadounidense que tiene que cumplir con la ley de su país. Pero, de nuevo ¿alguien se cree que en Cuba, Corea del Norte o Irán no pueden acceder a GitHub? Si el simple de los mortales puede hacerlo contratando una triste VPN, qué no podrá hacer un territorio con los recursos de Rusia.

Ojo, porque estamos hablando de acceso. Solo acceso. Para eso solo hace falta dinero y Rusia lo tiene. La naturaleza del software de código abierto es de otra índole.

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¿Te suena? Seguro que sí: no se le pueden poner puertas al campo

Dicho con otras palabras, puedes bloquear el acceso a servicios desde Rusia y causar un gran efecto, pero difícilmente se apoye la estructura estatal en servicios gestionados por el ‘enemigo’. El hardware y software es otro cantar y aunque puedes dificultar su distribución, impedirla por completo es una quimera. Y si hablamos ya de software libre, poco más vas a poder hacer. El aspecto más peliagudo es el de la seguridad, pero también la dependencia tecnológica y la posibilidad de abusos que suscita son otra razón de peso para buscar alternativas en el código abierto.

Hace unos años escribí que la geopolítica y el código abierto son una mala combinación y otro ejemplo interesante que recuerdo de entonces es el de Gitee, nacido por la postura de Estados Unidos con respecto a compartir el desarrollo de software. ¿Qué es Gitee, te preguntas? El GitHub chino, literalmente; uno en el que está bifucardo medio GitHub -el medio que interesaba a China- y en el que, por su parte, millones de desarrolladores chinos alojan su software… porque sí, en China no necesitan que les bloqueen, ya se censuran solos. Pero esta es otra historia.

Por todas estas cosas no es que yo considere, como decía mi compañero David, que de momento es algo tremendamente remoto el que la comunidad Open Source ejerza un boicot efectivo contra Rusia, que lo considero; es que sé que algo tan de ciencia ficción -englobar en un todo a una comunidad tan extremamente heterogénea como la del código abierto, que además se extiende por todo el mundo-, si llegase a suceder, no serviría de nada. Primero, porque Rusia sigue siendo una potencia. Segundo, porque no está aislada, tiene aliados muy destacados. Y tercero y más importante, porque el software de código abierto, por diseño, no se somete a arbitrariedades.

No es no. Lo mires como lo mires: el código fuente de Linux ocupa menos espacio que muchos de los pódcasts que escuchas a diario; CentOS, clon de Red Hat Enterprise Linux y la distribución empresarial más importante del mundo, fue cancelada por intereses comerciales y a los dos meses ya había varias derivadas en marcha totalmente legales, de las cuales sobreviven al menos cuatro y ya están haciendo negocio; Amazon no quiso pasar por el aro de Google por el que pasan casi todas las compañías que venden dispositivos con Android y bifurcó Android para sus teléfonos y tabletas…

Si software libre es imparable a la cara, imagínate por la espalda.

Y ahora imagina lo que puede llegar a hacer una potencia como Rusia de ponerla contra las cuerdas: comprar el hardware bajo manga mientras sigue desarrollando el suyo y lo mismo con el software, pero con más cuidado que ya sabemos que el código cerrado no es de fiar en lo que a seguridad respecta, especialmente cuando a seguridad nacional se refiere. La suposición simplemente no es posible. Sería como intentar evitar que el aire entre en Rusia.

Para terminar y por si no ha quedado claro: no a la guerra. A ninguna.

Enfocado en las nuevas tecnologías empresariales y de usuario final. Especializado en Linux y software de código abierto. Dirijo MuyLinux y escribo en MC, MCPRO y MuySeguridad, entre otros.

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